domingo, 1 de septiembre de 2013

.::PERSONA::.

¿Qué es la persona humana? Definirla resulta un poco tedioso debido a que hay una multiplicidad de conceptos y posturas entre ellas religiosas, agnósticas y materialistas que abarcan dicho concepto. Sin embargo, es importante resaltar que las dos últimas niegan la trascendencia, el espíritu del hombre o aportan conceptos muy pobres sobre la complejidad humana. Considero que junto con los anhelos de la inteligencia y los sentimientos, es hombre es esencialmente libre. Por ello, me apoyaré en la postura que admite la naturaleza espiritual del hombre.

La persona humana es una unidad: materia y espíritu. Es una substancia individual de la naturaleza racional. Por un lado, la individualidad exige una unidad y una carácter auténtico e irrepetible. Por el otro, la racionalidad  resalta la espiritualidad y con ella la inteligencia, voluntad y libertad.  Ambas características simultáneas forman parte de la persona.

Debido a su composición (materia y espíritu) y naturaleza inacabada,  es la tarea del hombre: construirse a partir de sus facultades inherentes, perfeccionarse y trascender. Ésta es su condición.

La persona humana tiene ciertas características o propiedades.  Posee un carácter social, inteligencia, voluntad y libertad.

Su carácter social, nace de su naturaleza espiritual. El conocimiento es necesario para socializar, y buscar metas elementales comunes como sociedad.

Su inteligencia sirve de apoyo a las facultades inmateriales. La creatividad, habilidades como solución de problemas, el recuerdo, la reflexión...Sin dicha capacidad no habría presencia de la continuidad para percibir su historia y propia finalidad. Comprender es encontrar el yo en el fin. La inteligencia como instrumento fundamental para la vida,  puede llevarnos a confundir al hombre como víctima de sus deseos y necesidades, pues solo buscaría medios, la contemplación del ser se sustituiría por la posesión: de autoafirmación y goce.

Su voluntad, es la segunda potencia del alma. El conocimiento despierta los apetitos: una inclinación positiva o negativa hacia lo conocido. El conocimiento sensible da lugar a los apetitos sensibles, los conocimientos intelectuales a la voluntad, como carácter inmaterial de la inteligencia, pues busca los bienes espirituales. El bien se encuentra fuera y con la capacidad de perfeccionar al hombre.  La voluntad dona, entrega, recepciona. La voluntad participa en la valoración así como el juicio de la inteligencia. La voluntad constituye la fuerza de acción del hombre.

Su libertad, posibilidad de elección, implica un dominio interior y de sus acciones (obras). La  posibilidad de autodeterminarse, de ser autónomo. Debe nutrirse con los conocimientos para desarrollar su intelecto, y poder comprender  su ser y quehacer de un modo trascendental.

Grados de libertad.

El hombre es escasamente libre porque se posee limitadamente.  Si la libertad significa autoposesiòn, la del hombre es muy escasa. Al no ser una autocreación, queda profundamente para sí mismo desconocido.

La persona es libre cuando adquiere la capacidad suficiente para realizar su deber: comprender su inteligencia y querer con su voluntad.  Así aparece la existencia del deber. La libertad permite la ejecución con rectitud y responsabilidad de sus metas propias para su perfección personal.  Se ejerce por la adquisición y cumplimiento de sus compromisos.


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