domingo, 17 de noviembre de 2013

La afectividad en relación al desarrollo integral de la persona

La persona es una unidad, un ser bio-psico-social que necesita amor para crecer y amar para encontrar sentido en su vida. Tomando en cuenta ese sentido holístico es que se educa a la persona.
Para que nos niños logren su madurez afectiva, habrán de educar su cuerpo, afectos, inteligencia y voluntad2.
Educar el cuerpo para el amor, implica conocer el funcionamiento del organismo, sus necesidades y posibilidades…El amor se manifiesta a través de emociones, pasiones, sentimientos, a través de la sexualidad, las caricias, el contacto, siempre considerando que la persona no es únicamente un cuerpo capaz de sentir, sino una ser con posibilidad de amar, de ser libre y entregarse a los demás. Esto es fundamental, para que no caigan en el error de reducir la sexualidad al placer sexual, o que por cerrarse a los sentimientos propios sean incapaces de hacer realizar esfuerzos y sacrificios por la pareja, o  negar las necesidades afectivas del cuerpo volviéndose seres indiferentes e insensibles.
Educar los afectos, es ayudarles a los hijos a encontrar las diferencias entre las emociones, sensaciones, sentimientos y pasiones, con la finalidad de que logren su madurez afectiva. Es también ayudarles a conocerse, a conocer el grado de amor que se tiene por uno mismo y por los demás, siendo capaces de identificar, gracias a la inteligencia, los estímulos para reaccionar de modo adecuado y regular, gracias a la voluntad, los apetitos e impulsos sexuales. 
Educar la inteligencia para conocer la verdad del amor, es proveerles de los conocimientos necesarios para desarrollar su capacidad de análisis, procesamiento de información,  pensamiento y discernimiento. El conocimiento del cuerpo, de su persona,  del mundo afectivo, del ser humano en todas sus manifestaciones,  de la sexualidad humana, de la leyes de Dios lo acercan a la realidad del amor en todas sus dimensiones como persona.   
Educar la voluntad para no dejarse llevar por las emociones. Educar la voluntad de los hijos para que aprendan a amar. Esto es, entrenarse en la libertad y hacerse dueños de sí mismos.  Cuando los caprichos y egoísmos no son tratados por los padres con firmeza, no estamos fortaleciendo su voluntad. Ésta empieza con el autodominio. Educar la voluntad es fortalecer el autodominio con actos libres en el día a día. Los padres debemos entrar en acción. Por ejemplo, una tarea escolar que no presentó, una mentira, una responsabilidad olvidada debe tener alguna consecuencia consensuada. No solo el castigo aceptado conduce al fortalecimiento de la voluntad, también  su entrenamiento consiste en pequeñas renuncias. Por ejemplo, “ no voy a jugar pelota porque debo ayudar a mamá con el mercado”.   Superar los desaciertos y enmendar los errores los hacen más autónomos y responsables.
Personalizar la educación del amor. Debido a que cada hijo es un ser único y irrepetible, requiere de  una configuración diferente para ser educado en el amor, como dice Javaloyes, “ un traje a su medida”. Se debe prestar atención a las diferencias y necesidades individuales de cada hijo respetando su propia identidad. Este es una de las bases para la educación afectiva de los hijos, y deberá ser tomado en cuenta para la elaboración de sus planes de acción concretos y distintos entre ellos.
Educar el ser social del amor, es considerar que la otra persona existe. Es crecer en generosidad, solidaridad, para que el hijo desarrolle su capacidad de entrega.  Al concebir, el mundo como un todo del que formamos parte, nuestra responsabilidad hacia  él y los demás crece, siendo ellos son necesarios para nuestra propia construcción.  Al enseñarles a amar y respetar su sexualidad, valorarán la sexualidad del otro sexo.

Educar a los hijos en la moral sexual, es decir conducir a los hijos al encuentro con la verdad , orientarlos en su sexualidad, sin represiones ni falsos conceptos de libertad sexual. La moral sexual es el pudor, el respeto a la identidad, la privacidad, el cuidado en general.

Bibliografía
1. JAVALOYES, Juan José. El Arte de Enseñar a Amar. Ediciones Palabra, S.A. Madrid, 2001.  p.29-47

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