La persona es una
unidad, un ser bio-psico-social que necesita amor para crecer y amar para
encontrar sentido en su vida. Tomando en cuenta ese sentido holístico es que se
educa a la persona.
Para que nos niños
logren su madurez afectiva, habrán de educar su cuerpo, afectos, inteligencia y
voluntad2.
Educar el cuerpo para el amor, implica conocer el funcionamiento del
organismo, sus necesidades y posibilidades…El amor se manifiesta a través de
emociones, pasiones, sentimientos, a través de la sexualidad, las caricias, el
contacto, siempre considerando que la persona no es únicamente un cuerpo capaz
de sentir, sino una ser con posibilidad de amar, de ser libre y entregarse a
los demás. Esto es fundamental, para que no caigan en el error de reducir la
sexualidad al placer sexual, o que por cerrarse a los sentimientos propios sean
incapaces de hacer realizar esfuerzos y sacrificios por la pareja, o negar las necesidades afectivas del cuerpo
volviéndose seres indiferentes e insensibles.
Educar los afectos, es ayudarles a los hijos a encontrar las
diferencias entre las emociones, sensaciones, sentimientos y pasiones, con la
finalidad de que logren su madurez afectiva. Es también ayudarles a conocerse,
a conocer el grado de amor que se tiene por uno mismo y por los demás, siendo
capaces de identificar, gracias a la inteligencia, los estímulos para
reaccionar de modo adecuado y regular, gracias a la voluntad, los apetitos e
impulsos sexuales.
Educar la inteligencia para conocer la
verdad del amor, es
proveerles de los conocimientos necesarios para desarrollar su capacidad de
análisis, procesamiento de información, pensamiento y discernimiento. El conocimiento
del cuerpo, de su persona, del mundo
afectivo, del ser humano en todas sus manifestaciones, de la sexualidad humana, de la leyes de Dios
lo acercan a la realidad del amor en todas sus dimensiones como persona.
Educar la voluntad para no dejarse llevar
por las emociones. Educar
la voluntad de los hijos para que aprendan a amar. Esto es, entrenarse en la
libertad y hacerse dueños de sí mismos. Cuando
los caprichos y egoísmos no son tratados por los padres con firmeza, no estamos
fortaleciendo su voluntad. Ésta empieza con el autodominio. Educar la voluntad
es fortalecer el autodominio con actos libres en el día a día. Los padres
debemos entrar en acción. Por ejemplo, una tarea escolar que no presentó, una
mentira, una responsabilidad olvidada debe tener alguna consecuencia
consensuada. No solo el castigo aceptado conduce al fortalecimiento de la
voluntad, también su entrenamiento
consiste en pequeñas renuncias. Por ejemplo, “ no voy a jugar pelota porque
debo ayudar a mamá con el mercado”.
Superar los desaciertos y enmendar los errores los hacen más autónomos y
responsables.
Personalizar la educación del amor. Debido a que cada hijo es un ser único y
irrepetible, requiere de una
configuración diferente para ser educado en el amor, como dice Javaloyes, “ un
traje a su medida”. Se debe prestar atención a las diferencias y necesidades
individuales de cada hijo respetando su propia identidad. Este es una de las
bases para la educación afectiva de los hijos, y deberá ser tomado en cuenta
para la elaboración de sus planes de acción concretos y distintos entre ellos.
Educar el ser social del amor, es considerar que la otra persona
existe. Es crecer en generosidad, solidaridad, para que el hijo desarrolle su
capacidad de entrega. Al concebir, el
mundo como un todo del que formamos parte, nuestra responsabilidad hacia él y los demás crece, siendo ellos son
necesarios para nuestra propia construcción.
Al enseñarles a amar y respetar su sexualidad, valorarán la sexualidad
del otro sexo.
Educar a los hijos en la moral sexual, es decir conducir a los hijos al
encuentro con la verdad , orientarlos en su sexualidad, sin represiones ni falsos conceptos de libertad sexual. La moral sexual es el pudor, el respeto a la identidad, la privacidad, el cuidado en general.
Bibliografía
1. JAVALOYES, Juan José. El Arte de Enseñar a Amar.
Ediciones Palabra, S.A. Madrid, 2001. p.29-47
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