Las “reglas de
juego” para enseñar a amar a los hijos consisten en una serie de principios
elementales válidos para educación formativa de la persona. Estos son según
Javaloyes1:
A) La gradualidad: Cada cosa a su tiempo. Con
ello quiere decir que hay pasos que seguir en la formación de los hijos. La
educación de los hijos implican preparación de los padres para saber exigir a
futuro. Los hijos, necesitan aprender a aprender en cada etapa de sus vidas,
desde la regulación de las horas para alimentarse y dormir cuando son bebés,
hasta la paciencia y determinación para lograr los objetivos de vida. Ordenar
lo que queremos que aprendan los hijos tomando en cuenta su periodo de
desarrollo cognitivo es uno de los principios.
B) Saber responder con la verdad aunque
cueste. Los niños quieren saber todo y muchas veces nos sorprenden con sus
preguntas. Para procurar su educación, se debe hablar con la verdad cuidadosa y
oportunamente- aún cuando las preguntas nos sean difíciles, debemos ver el
momento apropiado para conversar con los hijos. Decir la verdad implica
informarse sobre un tema específico. De igual modo, si no se conocer el tema,
pues hay que reconocerlo y prometer buscar información para aprender juntos.
Ante tanta información vertida y modelos educativos indirectos en los medios,
debemos estar vigilantes porque somos los padres los primeros educadores. Nunca
se debe bajar la guardia o hacerse de la vista gorda ante los comentarios que
sabemos son mentiras o actitudes, que son inmorales. ¿Cuántos de nosotros somos
capaces de decirles a nuestros hijos que muchos de los programas de la
televisión peruana como “Combate o Esto es Guerra” promueven el escándalo, el
consumismo, la enemistad, la violación a la privacidad, entre otros?
C) La Planificación de la educación, puesto
que esta no se desarrolla al azar. Es trazar un plan para los hijos, con
objetivos claros, aquello que queremos que nuestros hijos aprendan. Si se quiere que sepan amar, se debe
demostrar que somos organizados, constantes, y que cumplimos aquello que
prometemos. El ejemplo es el mejor maestro.
Por ello, tomando en cuenta las características de cada hijo, sus
necesidades e intereses, como padres debemos proponerles retos, ayudarles en el
diseño de un plan de acción educativo en el que puedan concretar acciones,
objetivos, etc., y sentir que van perfeccionándose. Si queremos ser exigentes más adelante,
tenemos que ayudarles a organizarse desde pequeños con las tareas y actividades
del día a día. Plasmar un horario de trabajo/estudio es estratégico.
D) La dedicación y la constancia: empezar es
importante, pero no basta. La educación de los hijos es una tarea que demanda
esfuerzo, constancia y paciencia. Es un trabajo que no acaba, porque aún cuando
ya se han logrado profesionalmente, seguimos procurando lo mejor para ellos. Día
a día se presentan retos y situaciones que les afectan, por eso debemos estar
presentes, porque no hay mejores
personas que los padres para aprovechar esas oportunidades para ayudarlos a ser
mejor.
E) Se aprende con el esfuerzo. Criar a los
hijos es un compromiso arduo pero gratificante - pues lo valioso cuesta. Así
estemos cansados, así el día haya sido duro, debemos tomar en cuenta que es
nuestra los hijos son responsabilidad nuestra y dependen únicamente de la
calidad de tiempo invertido. Lo fácil y gratuito no es valioso; no hay
satisfacción más grande que saber que se ha hecho algo por mejorar.
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