sábado, 16 de noviembre de 2013

Inteligencia y la afectividad en la personalidad


La personalidad es el conjunto de cualidades que diferencian a las personas. Ésta posee una estructura y niveles: biológicos, emocional-afectivo y el intelectual4.  La afectividad y la inteligencia se relacionan y actúan interdependientemente en la edificación de la personalidad. A continuación se explicará esa relación.

Gracias a los aportes de la neurociencias, Goleman nos adentra a un nuevo panorama sobre la inteligencia y la afectividad en la personalidad. Dice que  la inteligencia emocional5 nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones del día a día, acentuar nuestra capacidad de trabajo en equipo y adoptar una actitud empática y asertiva para el desarrollo personal.

La inteligencia es decisiva en la dirección y modelación de las conductas. La voluntad y el pensamiento permiten al hombre perfeccionarse.  La inteligencia guía los instintos y tendencias,  haciendo el Yo más consciente de sus actos. Gracias a la inteligencia, la persona desarrolla la capacidad de aprender de la experiencia y a comportarse adecuadamente en la realidad.

La afectividad  abarca los estados de ánimo, las emociones, los instintos y tendencias. Es un componente que matiza las vivencias intelectuales y objetivas de las personas y las hacen singulares e irrepetibles. Los afectos, emociones y sentimientos enriquecen la vida propia y la de los demás.

 Al educar las emociones la persona se hace más autónoma, capaz de aprovechar al máximo la influencia de los estados de ánimos para la construcción de uno mismo. Conocer las bases de la afectividad, sus componentes, y  su origen emocional son estrategias para encauzarlas y manejarlas mejor. Como se menciona en la primera pregunta, hay una necesidad de educar la emociones, hacernos conscientes de ellas para vivir mejor con uno mismo, en pareja, familia y sociedad .  De este modo, no nos arrebatamos, nos de dejamos llevar por impulsos de origen pasional, ni tampoco nos convertimos en personas insensibles e indiferentes que bloquean los sentimientos y emociones.

“La capacidad para controlar y dominar los sentimientos y pasiones es un signo de madurez”6 . De este modo, hemos aprendido a diferenciar los caprichos personales del amor de pareja, la  capacidad de entrega de la amistad del servilismo ocasional.

Por ello, dar una mirada al interior y hacer higiene emocional es fundamental para tener una personalidad equilibrada. El “ educar los sentimientos no consiste solo en dirigir, proyectar o racionalizar. Hay que saber qué cosas se “cuelan” hacia el interior de uno y son negativas, para poder luchar y echarlas fuera”. 7

4. Estructura de la personalidad y el papel de la afectividad
http://www.masalto.com/familia/template_familiadestacado.phtml?consecutivo=5617&subsecc=6&cat=26&subcat=68&subj=515
5. Goleman,Daniel.  Emotional Intelligence.  Why it can matter more that IQ. 1st Edition. Bantam Books, 1997
6. ROJAS, Enrique. El amor inteligente. Corazón y cabeza: claves para construir una pareja feliz. Madrid,Ediciones Temas de Hoy S.A. (T.H.), 1999. p.60
7.Ibid. p.60

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