La personalidad es
el conjunto de cualidades que diferencian a las personas. Ésta posee una
estructura y niveles: biológicos, emocional-afectivo y el intelectual4.
La afectividad y la inteligencia se
relacionan y actúan interdependientemente en la edificación de la personalidad.
A continuación se explicará esa relación.
Gracias a los
aportes de la neurociencias, Goleman nos adentra a un nuevo panorama sobre la
inteligencia y la afectividad en la personalidad. Dice que la inteligencia emocional5 nos
permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de
los demás, tolerar las presiones y frustraciones del día a día, acentuar
nuestra capacidad de trabajo en equipo y adoptar una actitud empática y asertiva
para el desarrollo personal.
La inteligencia es
decisiva en la dirección y modelación de las conductas. La voluntad y el
pensamiento permiten al hombre perfeccionarse.
La inteligencia guía los instintos y tendencias, haciendo el Yo más consciente de sus actos.
Gracias a la inteligencia, la persona desarrolla la capacidad de aprender de la
experiencia y a comportarse adecuadamente en la realidad.
La afectividad abarca los estados de ánimo, las emociones,
los instintos y tendencias. Es un componente que matiza las vivencias
intelectuales y objetivas de las personas y las hacen singulares e
irrepetibles. Los afectos, emociones y sentimientos enriquecen la vida propia y
la de los demás.
Al educar las emociones la persona se hace más
autónoma, capaz de aprovechar al máximo la influencia de los estados de ánimos
para la construcción de uno mismo. Conocer las bases de la afectividad, sus
componentes, y su origen emocional son
estrategias para encauzarlas y manejarlas mejor. Como se menciona en la primera
pregunta, hay una necesidad de educar la emociones, hacernos conscientes de
ellas para vivir mejor con uno mismo, en pareja, familia y sociedad . De este modo, no nos arrebatamos, nos de dejamos
llevar por impulsos de origen pasional, ni tampoco nos convertimos en personas
insensibles e indiferentes que bloquean los sentimientos y emociones.
“La capacidad para
controlar y dominar los sentimientos y pasiones es un signo de madurez”6 .
De este modo, hemos aprendido a diferenciar los caprichos personales del amor
de pareja, la capacidad de entrega de la
amistad del servilismo ocasional.
Por ello, dar una
mirada al interior y hacer higiene emocional es fundamental para tener una
personalidad equilibrada. El “ educar los sentimientos no consiste solo en
dirigir, proyectar o racionalizar. Hay que saber qué cosas se “cuelan” hacia el
interior de uno y son negativas, para poder luchar y echarlas fuera”. 7
4. Estructura de la
personalidad y el papel de la afectividad
http://www.masalto.com/familia/template_familiadestacado.phtml?consecutivo=5617&subsecc=6&cat=26&subcat=68&subj=515
5. Goleman,Daniel. Emotional Intelligence. Why it can matter more that IQ. 1st
Edition. Bantam Books, 1997
6. ROJAS, Enrique. El
amor inteligente. Corazón y cabeza: claves para construir una pareja feliz.
Madrid,Ediciones Temas de Hoy S.A. (T.H.), 1999. p.60
7.Ibid. p.60
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